jueves, 30 de abril de 2020

Trabajen ..., por un alimento que perdura y da vida eterna

Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.

                                                                                                                                             Foto:famigliacristiana

1 de mayo 2020, viernes de la 3ra. Semana de PASCUA, proclamamos el Evangelio según san Juan 6, 53 - 60. 
Gloria a ti, Señor.             


Reflexión

Hoy iniciamos el mes de mayo que está dedicado a la Virgen Madre de Dios Hijo, Nuestro Señor Jesucristo. El Papa Francisco escribió para este mes de mayo una carta diciendo: “en este mes, es tradición de rezar el Santo Rosario en casa, con la familia…he pensado proponerles a todos que redescubramos la belleza de rezar el Rosario en casa durante el mes de mayo…Contemplar juntos el rostro de Cristo con el corazón de María, nuestra Madre, nos unirá  más como familia espiritual y nos ayudará de superar esta prueba. Rezaré por ustedes, especialmente por los que más sufren, y ustedes, por favor, recen por mí. Les agradezco y les bendigo de corazón”.  Hasta aquí el papa Francisco.

 Yo también quiero invitarles de prender una velita, tomar el Rosario y meditar los misterios profundos de nuestra fe que Dios ha obrado para nuestra salvación. Nos hace tanto bien; sobre todo nos trae la paz a nuestro corazón.
También hoy celebramos en la Iglesia a San José, obrero, dando valor al trabajo humano y pidiendo que cada persona tenga un trabajo digno y que el trabajo no sea solo para ganar dinero. El Señor nos dijo: “Trabajen no por un alimento que perece, sino por un alimento que perdura y da vida eterna” (Juan 6, 27). Damos gracias a todos los que con su trabajo nos hacen la vida posible, saludable y agradable tanto en lo material como en lo espiritual.

En el Evangelio de hoy Jesús dice: Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.

Hasta ahora Jesús ha revelado mucho pero aún sigue profundizando. Nos dice que  Él es alimento y bebida para los hombres. Ya no habla en forma de imágenes sobre la unión espiritual  con Él por la fe, sino insiste concretamente una y otra vez en comer su carne y beber su sangre. Sobre el cómo no dice nada todavía. Esto será recién en la Última Cena. Éste su alimento produce vida, vida eterna. Esta vida recibe el hombre por la comunión con Cristo: “El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él. Y la comunión con Cristo es por Cristo comunión con Dios Padre. La fuente de la vida es el Padre. “El Padre que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que come, vivirá por mí”. El Hijo de Dios  no es creado sino engendrado por el Padre, quiere decir recibe Amor, Vida, Luz, Verdad, Majestad todo del Padre y no lo guarda para sí mismo sino lo devuelve al Padre en el Amor del Espíritu Santo. Es un pulsar como nuestro corazón. Y esta Vida de plenitud nos da Jesús en el sacramento de la Eucaristía. En Juan 10, 10 dice: “He venido para que tengan vida y vida en plenitud”. Nosotros quedamos encargados de hacer fluir este amor hacia el prójimo y así hacerlo volver al corazón de Dios.

Éste don tan grande nos tiene que hacer cantar al Señor el Aleluya con la voz y con la vida.

El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo! Y la bendición del Dios uno y trino, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

Misterio de fe por excelencia: La EUCARISTÍA, “pan de vida”


Yo soy el pan de vida. El que come de este pan vivirá para siempre. 

Homilía 30 de abril 2020, jueves de la 3ra. Semana de PASCUA 


Proclamamos el Evangelio según san Juan 6, 44 - 52. 
Gloria a ti, Señor.          

Yo soy el pan de vida. El que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo.
Jesús sigue profundizando su revelación sobre el “pan de vida”, el que sacia el hambre en cuanto uno cree en Él y ya no tendrá nunca sed. Esto es la voluntad del Padre que da este regalo desde el cielo en la persona de su Hijo único Jesucristo. Hoy Jesús avanza explicando que este pan es él mismo, Cristo, que ha bajado del cielo: “el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo”. A nosotros queda claro que Jesús se refiere a su cuerpo que recibimos sacramentalmente en la Eucaristía. El Santo Padre Benedicto XVI inicia la primera parte de su Exhortación Apostólica Postsinodal “SACRAMENTUM CHARITATIS” con el título EUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE CREER y la cita bíblica “Éste es el trabajo que Dios quiere: que crean en el que él ha enviado” (Juan 6, 29). Luego enseña: “Este es el Misterio de la fe”. Con esta expresión, pronunciada inmediamente después de las palabras de la consagración, el sacerdote proclama el misterio celebrado y manifiesta su admiración ante la conversión sustancial del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre del Señor Jesús, una realidad que supera toda comprensión humana. En efecto, la Eucaristía es “misterio de la fe” por excelencia: “es el compendio y la suma de nuestra fe”. (Catecismo de la Iglesia Católica, 1327)


 Por este “misterio de la fe” llegamos a unirnos a Cristo. Jesús, sin embargo, advierte: “nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré el último día”. Como Dios quiere que todos se salven (1 Tim 2, 4) debemos abrir nuestro corazón de par en par para percibir, aceptar y responder esa atracción del Padre celestial. El Padre celestial nos habló por Moisés, los Profetas y las Escrituras y ahora su última Palabra por su Hijo a quién envió desde el cielo. “Quién escucha al Padre y aprende vendrá a mí”. (v.45).


También la fe es y sigue siendo un misterio que es un acto exigido al ser humano y a la vez es un don gratuito de Dios. Nadie puede creer en Jesús como Hijo de Dios hecho hombre desde sus propias fuerzas. Dios le tiene que atraer y la persona que debe permitir que Dios le mueva. En otras palabras la persona debe dejar la autosufiencia y abandonarse a los brazos de Dios. Solo de esta manera llega a la fe en Jesucristo. Es como el niño que se lanza al aire y lo goza porque confía que cae en los brazos de su papá. En este sentido Jesús decía: “Háganse como niños”. (Mateo 18, 3).

Reflexionamos: ¿Cuánto tiempo pierdo en noticias? ¿Cuánto tiempo dedico a meditar la Palabra de Dios? ¿Estoy profundizando mi fe por la lectura del catecismo o de una encíclica del Papa?


El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo! Y la Bendición de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes.

miércoles, 29 de abril de 2020

Arzobispado de Santiago acoge a 950 migrantes bolivianos en situación de calle

Es nuestra tarea evangélica acoger al forastero"

La medida fue anunciada este martes 28 de abril, como una forma de ofrecer apoyo solidario a los migrantes bolivianos que se encontraban en situación de calle, frente al Consulado de Bolivia, con el impedimento de regresar a su país por la crisis sanitaria del Covid-19.



  • Inicialmente se habló de 600, pero al llegar la noche la cifra se incrementó a más de 950. Los ciudadanos bolivianos fueron trasladados hasta la parroquia Nuestra Señora de Pompeya, también conocida como parroquia Latinoamericana, ubicada en Providencia, a la casa de retiro Sagrada Familia, ubicada en la comuna de La Cisterna y a la parroquia Santa Cruz.
Al respecto, el Obispo Auxiliar de Santiago, Cristián Roncagliolo expresó: "Nosotros pusimos tres espacios a disposición de esta delicada situación sanitaria, de tal forma de ayudar en la emergencia que se ha producido frente al Consulado de Bolivia. Es una solución que encontramos hoy en la mañana y también las municipalidades y otras autoridades de Gobierno están aportando caminos para esto. Por el momento es una solución para que se puedan hospedar en un espacio más digno que la calle".
Además, agregó que se les brindarán los elementos necesarios para prevenir contagios por Covid-19: 
"Mascarillas, alcohol gel, de tal forma de ayudarlos en todo lo que sea prevención, pero también la alimentación básica hoy y mañana, y por supuesto estamos viendo el tener los suficientes colchones para acoger a todas estas personas con dignidad. Se están tomando todas las medidas sanitarias, distancia social, mascarilla, no tener contacto físico, espacios amplios, haremos todo lo que se requiera".
"Es nuestra tarea evangélica acoger al forastero. Pero sabemos que no es suficiente. Que son muchos más los que aun necesitan vivir la cuarentena para después regresar a su país. Animamos a otros actores sociales a ser acogedores con los hermanos bolivianos" expresó el Obispo Auxiliar de Santiago.
Marina Ramírez, ciudadana boliviana de la ciudad de Cochabamba, quien estaba en las afueras del consulado y que además se encuentra cesante a raíz del Covid-19, expresó: 
"Yo necesito irme a Bolivia, tengo a mis hijas allá y un bebé, nosotros venimos solamente a trabajar para mantener a nuestras familias. En Chile hay muy buenas personas, muy rápido dan trabajo al boliviano. Todos estos días de Semana Santa he estado orando. Yo tengo mucha fe, soy muy católica y solo he pedido que nos estén enfermos".
Luis Flores, quien se encuentra en la misma situación dijo: 
"Estoy muy agradecido con la Iglesia que nos va a acoger. Como ve no tenemos donde llegar y tenemos que esperar, no sabemos cuándo vamos a llegar a nuestro país porque somos varios, la mayoría son puras familias. Solo nos queda esperar y dar las gracias a la Iglesia".

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FUENTE:www.iglesiadesantiago
FOTO: Arzobispado de Santiago de Chile

Monseñor Adolfo Bittschi: Una mujer totalmente fuera de serie, Catalina de Siena


Jesús exigía la fe que conduce a la futura resurrección y a la vida eterna

29 de abril 2020, miércoles de la 3ra. Semana de PASCUA


Proclamamos el Evangelio según san Juan 6, 35 - 40. 

Gloria a ti,Señor. 


   
Jesús se presenta abiertamente como don del cielo en cumplimiento del maná en el desierto.

 Dios no da algo, sino se da a sí mismo en la persona de su Hijo único como pan de vida. La imagen del pan incluye todo lo que la persona humana necesita para vivir, pero no solo para el cuerpo sino sobre todo para el alma. Recordamos la situación de la gente en tiempo de Jesús: había que pagar impuestos a los romanos que unos cobradores de impuestos exigían injustamente por demás. Luego había el impuesto al rey Herodes que gastaba mucho en su vida lujosa y además el diezmo para el culto del Templo en Jerusalén. Por eso vivían muchos en la pobreza y con esperanza seguían a Jesús que les daba a comer. Lastimosamente estaban tan ocupado por lo “terreno”, es decir de lo material, que les costaba abrirse a la fe en Jesús. Jesús exigía la fe que conduce a la futura resurrección y a la vida eterna. La samaritana sí pudo creer en Jesús como el que sabe saciar la sed de vida y el hambre de Verdad, de Justicia y de Paz. Y así los muchísimos santos de nuestra Iglesia.

Hoy 29 de abril recordamos una mujer excepcional y valiente que llamo la atención a Príncipes, a Obispos y hasta a los Papas, Catalina de Siena. ¡Que atrevida! Me pueden decir. Nada de esto. Nada de orgullo, soberbia y creerse la creme de la creme. La razón de su vida era Dios, el amor a Dios y la obediencia, la contemplación de Cristo en la Cruz y el servicio a la Iglesia y a su pueblo. Catalina Benincasa nació en Siena/Italia el año 1347, con su hermana melliza como los últimos de 24 hijos, y muere en Roma a la edad de 33 años. Es una mujer totalmente fuera de serie. Sigue la espiritualidad de Santo Domingo de Guzmán, vive la humildad y la obediencia al extremo. Abrasada por una llama de amor a Dios llega a ser una de las personas místicas de primera fila.

Por eso, se sintió empujada a vivir en lo íntimo de su ser el drama de la Iglesia de su tiempo: el Obispo de Roma, el Papa, a quién llama “el dulce Cristo en la tierra”, teme por su vida y vive lejos en Avignon en Francia. Ella le exige en nombre de Dios que vuelva a Roma. Luego le aflige la degradación de las costumbres del clero, la guerra y la incesante discordia entre las ciudades italianas y, dentro de cada una de ellas, entre las familias. ¡Cuántas veces por su oración, su sacrificio, hablando y exigiendo el perdón y la reconciliación ha podido poner paz! La fuerza de su ascesis, su vida al servicio de los demás lo recibió, como ya dije, de la contemplación de las llagas de Cristo crucificado. El papa San Pablo VI lo declaró el año 1970 doctora de la Iglesia. Van justo 50 años.

Que ella desde la casa del Padre celestial interceda por nosotros y nos consiga paciencia, a los gobernantes prudencia y a los científicos iluminación para encontrar el remedio contra el virus. Y a todos la gracia de tener encuentros personales con Cristo vivo y que Él nos sacia el hambre y la sed de vida.
El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo! Y la Bendición de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes.

martes, 28 de abril de 2020

“Yo soy el pan de vida”, la fe es un don de Dios

 Él es el verdadero pan del cielo que da vida al mundo.
28 de abril 2020, martes de la 3ra. Semana de PASCUA.



Proclamamos el Evangelio según san Juan 6, 30 -35. 
Gloria a ti, Señor. 



REFLEXIÓN

YO SOY EL PAN DE VIDA
En v.20 de este capítulo 6 de san Juan Jesús había dicho a sus discípulos asustados en la noche que lucharon contra viento y mar: ”Yo soy”. Ahora se revela como “Yo soy el pan de vida”.

La gente no se conformó con la multiplicación de los panes y de su retorno sin bote a Cafarnaúm para creer en él. Le sigue pidiendo otro signo y seguirá pidiendo hasta cuando está crucificado y nunca terminará de pedir para creer. Pero Dios no se deja forcejar a cumplir el deseo de la gente si no pide con fe, ni siquiera apelando a sus promesas lo que tiene que hacer, ni como y cuándo lo tiene que hacer. No nos olvidemos que la fe es un don de Dios que recibimos sin mérito nuestro. Esa gracia sin embargo se puede pedir y luego hay que estar atento y abrir el corazón para recibir la fe. El Buen Ladrón era capaz de acoger el don de la fe y se salvó. (Lucas 23, 40-45).

Volvemos al texto: Dijo la gente a Jesús: “Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo.” Jesús les corrige: El maná en el desierto no fue dado por Moisés sino por Dios Padre. Se trata de un episodio en el Éxodo cuando los Israelitas sufrieron hambre hasta en su desesperación dijeron: “Ojalá hubiéramos muerto en Egipto”. Y Dios dijo a Moisés: “Yo les haré llover pan del cielo”. (Éxodo 16, 1-15). El maná era un signo, un anuncio y una promesa cuyo cumplimiento, el don verdadero del cielo, no será algo sino el Hijo de Dios en persona. Él es el verdadero pan del cielo que da vida al mundo. Al escuchar esto le dijeron: “Señor, danos siempre de este pan”. Nos acordamos de lo que dijo la Samaritana a Jesús: “Señor, dame esa agua”. (Juan 4, 15).

Jesús anuncia el sacramento de la Santa Eucaristía. San Juan Pablo II nos enseña en su Carta encíclica sobre la Eucaristía: “En cuanto viviente resucitado, Cristo se hace en la Eucaristía “pan de vida” (Juan 6,35), “pan vivo” (Juan 6,51). San Ambrosio lo recordaba a los neófitos (que recibieron el Bautismo, la Confirmación y la Comunión), como una aplicación del acontecimiento de la resurrección a su vida: “Si hoy Cristo está en ti, él resucita para ti cada día”. San Cirilo de Alejandría, a su vez, subrayaba que la participación en los santos Misterios (quiere decir los Sacramentos) “es una verdadera confesión (de fe) y memoria de que el Señor ha muerto y ha vuelto a la vida por nosotros y para beneficio nuestro”. (Ecclesia de Eucaristía, nro. 14)

Reflexionemos: Hambre de pan, es decir de cosas que fenecen o hambre de Dios ¿Qué predomina en mi vida? Si es hambre de Dios ¿Cómo lo expreso?
¿Puedo dar mi testimonio que Dios sacia mi hambre y mi sed?

El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo! Y la Bendición de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo

lunes, 27 de abril de 2020

Jesús, el alimento que perdura



No sólo de pan vive el hombre

27 de marzo 2020, lunes de la 3ra. Semana de PASCUA.


Proclamamos el Evangelio según san Juan 6, 22 - 29. Gloria a ti, Señor.
 

REFLEXIÓN
Buscar a Jesús.  Trabajen no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura.

Estamos en el capítulo 6 del Evangelio de San Juan. Al inicio del capítulo está la multiplicación de los panes, texto que escuchábamos día viernes pasado. Luego el evangelista relata que los discípulos vieron a Jesús caminando sobre el agua, pasaje que se omitió este año por la fiesta de San Marcos. Hoy retomamos el capítulo 6 con la búsqueda de Jesús por parte de la gente que había comido el pan y los pescados gratis. Ellos buscan al Señor porque les interesa el hombre que sabe dar el pan gratis y quieren comer siempre este pan. Esa gente es “terrena” y ve con ojos “terrenos” como decía Juan Bautista (Juan 3, 31) por eso busca pan y vida pero solamente para el cuerpo olvidándose del alma. Jesús sí sabe dar lo que el pueblo necesita. Y eso es no solo el pan.  Y tampoco quiere quitarles el trabajo. Sin embargo la gente no entendía el signo de la multiplicación de los panes que el Señor hizo; está fijado y metido en lo material. Si bien piensa la gente que Jesús es el nuevo Moisés y lo quieren que sea su rey, es porque les dio pan, como Moisés ha dado pan en el desierto. Pero quieren tener un rey terreno que les arregla las cosas sin que tengan que cambiar su manera “terrena” de pensar y actuar. Cambiar lo acostumbrado causa a todos los hombres miedo y mal estar. Jesús sin embargo vino para hablarnos de las cosas de “arriba”. Nos invita a mirar y desear el Reino de Dios y “el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14, 17).

La gente se dio cuenta que había un solo bote y que solo los apóstoles habían subido y zarpado, no así Jesús. Como vinieron botes la gente se embarcó y va en búsqueda de Jesús a Cafarnaúm donde solía vivir. Al encontrarse con el Señor le preguntan: “Maestro, ¿cuándo has venido aquí?” Otro milagro que no pueden explicarse ni entender. A su pregunta Jesús les dice directamente con firmeza: “Me buscan, no porque han visto signos, sino porque comieron pan hasta saciarse. Trabajan no solo por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, el que les dará el Hijo del Hombre.”        
                  
Este pan no será algo sino la persona misma de nuestro Señor Jesucristo que sacia el hambre más profunda de la persona humana y que lo recibimos en la santa Eucaristía. Ahora en la pandemia lo podemos recibir espiritualmente.

Les invito de meditar un buen momento sobre las preguntas: ¿Qué es lo que busco en la vida cada día? ¿El milagro o el signo, la señal, la enseñanza y la persona de Jesús? ¿Cómo es mi manera de actuar y pensar: es más terreno o sea material buscando primero las cosas y luego las personas? ¿Estoy tasando las personas según lo que tienen?
Señor, tú que estás vivo y presente,  atráenos hacia ti y a tu estilo de vida de entrega de ser pan.

El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo! Y la Bendición de Dios, del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo descienda sobre ustedes.

jueves, 23 de abril de 2020

Al compartir el pan con nuestros hermanos, nos unimos al signo de la multiplicación de panes que hizo Jesús


Dio gracias y los repartió

Homilía 24 de abril 2020, viernes de la 2da. Semana de PASCUA 



Proclamamos el Evangelio según San Juan 6, 1 - 15.

Gloria a ti, Señor.  
     

Reflexión

Queridos oyentes, los días pasados de ésta semana hemos reflexionado sobre el Bautismo que nos hace entrar al reino de Dios en el capítulo 3 del evangelio según San Juan. Hoy iniciamos la meditación sobre el capítulo 6 que comienza con la multiplicación de los panes y que luego da lugar para el discurso revelador sobre la Eucaristía. (Este discurso escucharemos la próxima semana.) Nos queda claro que los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía son los sacramentos principales que nos unen con lazos familiares con Cristo vivo.

 Jesús es el pan de vida eterna. Sería el título de éste capítulo 6.Después de una breve introducción (vv1-4) el evangelista narra el signo de la multiplicación de los panes. “Jesús tomó los panes, dio gracias y los repartió”. Así nos da un ejemplo como deberíamos servir la comida. Sé que ustedes, queridos oyentes, son fieles cristianos pero permítanme una pregunta ¿Bendicen y agradecen ustedes a Dios en cada comida como lo hizo Jesús siempre? Qué lindo sería que en este tiempo de la cuarentena podríamos acostumbrarnos a repetir éste gesto tan importante, tan lindo y prodigioso de Jesús.

La multiplicación de los panes enseña que Jesús mira con amor a las personas, sabe lo que necesitan y les da. De los evangelios sinópticos, sabemos que lo primero que da Jesús es su enseñanza, su palabra sobre el sentido de la vida. Es que “el hombre no solo vive del pan sino de la Palabra que sale de la boca de Dios”. Y como la gente le está escuchando largo rato, sabe el Señor que necesitan de comer. Y Él, que en la tentación no quería usar su poder para su propio provecho, en aquél día para la gran multitud, sí realiza un milagro o como dice el evangelista un signo. El signo de la multiplicación de los panes sirve para el discurso revelador sobre la Eucaristía. Esta enseñanza ya lo preparó el evangelista en la introducción al ubicar el signo en el tiempo litúrgico “cerca la Pascua, la fiesta de los judíos”. Sabemos que la Pascua judía hace presente el Paso del ángel de la muerte por Egipto y, como justicia para la muerte de los niños varones judíos, toca los primogénitos egipcios y así por fin el faraón deja salir a los Israelitas que pasaron por el Mar Rojo a la libertad. Y en el desierto recibieron por Moisés como comida el maná. Acordándose de éstos acontecimientos del Éxodo la gente interpreta la multiplicación como signo de fuerza y poder del mesías anunciado y decían: “Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo” y querían proclamar Rey. Se ve que están con la idea “terrena” de la que Jesús enseñó a Nicodemo. Y para salir del error de la gente Jesús “se retiró otra vez a la montaña, Él solo”.

Ahora nos toca a nosotros de realizar una especie de multiplicación de panes al compartir el pan con nuestros hermanos que viven del trabajo diario y que ya no hay   negocios, que quedan cerrados, nuestros hermanos sacerdotes que ya no pueden celebrar las eucaristías con sus fieles, ni hablar de los enfermos. Pidamos el amor de Dios, el Espíritu Santo que nos llene el corazón.

El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo! 
Y la bendición de Dios, del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo les acompañe hoy y siempre.

Repensar la vida al estilo de Jesús servidor


 El aliento de vida como don de Dios 

23 de abril 2020, jueves de la 2da. Semana de PASCUA 



Proclamamos el Evangelio según San Juan 3, 31 - 36. 
Gloria a ti, Señor.   
       


REFLEXIÓN:

Queridos oyentes, hoy terminamos con la proclamación y la reflexión del capítulo 3 del evangelio según San Juan. En resumen podemos decir: El que es de la tierra se opone a Cristo, que procede del cielo y da testimonio de cuanto ha visto de su Padre. Pero: El que cree en el Hijo posee la vida eterna.

Todos somos de la tierra, del suelo según el relato más antiguo de la Creación en Génesis 2. Esta es una expresión simbólica pero elocuente que, por lo general hace que recordemos la idea de la muerte como nos hace recuerdo la Iglesia sobre todo el día Miércoles de Ceniza: “Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás”. Pero el texto del evangelio de hoy nos lleva a otro pensamiento: el hombre piensa y habla de un modo “terreno” se refiere al materialismo. Cuántos piensan que el hombre desciende de los simios. Eso puede ser en cuanto al cuerpo humano. Pero luego Dios le sopló el aliento de vida como don de Dios del cielo.  Me pregunto, si no hay alma espiritual ¿de donde vienen entonces las obras de arte, de música? Otros dicen que el hombre sería el resultado del azar. ¿De dónde viene entonces la capacidad de conocer la verdad? Usar y desarrollar la razón es algo sabio y maravilloso, pero creer que sólo existe lo que comprendemos con la razón, lo que podemos medir y pesar, eso es de estúpidos. Lastimosamente son hombres súper inteligentes en ciencias naturales que quedan en el materialismo estúpido. Así se pierde la ética. Más vale el dinero y el rendimiento que la persona humana. Es esta inteligencia humana que nos ha llevado a la actual situación del colapso por el corona-virus. Debemos pensar y decir que es una oportunidad de cambio hacia un mundo fraterno. No nos olvidemos: cada día mueren más inocentes por el aborto que por el covid-19. En vez de miedo nos tiene guiar nuestra fe.

El que nos puede y quiere ayudar es Jesucristo que viene de lo alto y está encima de todos y de lo que ha visto y oído de su Padre en el cielo, da testimonio, y nadie acepta su testimonio. Es que se debe repensar la vida al estilo de Jesús, hijo de Dios, que no ha venido para ser servido o servirse de los otros sino para servir, para ser útil. ¿Qué se enseña a los niños y se espera de los jóvenes? Que estudien bien para ganar mucha plata. Felizmente hay jóvenes de buen corazón quienes quieren ser útiles a su país y a la humanidad. ¿Serán mayoría? Sería muy lindo. Pocos son los que actualmente quieren responder a la gracia y el llamado de Dios a la vida sacerdotal, religiosa o misionera. Jesús sigue llamando y los santos animan para servir a Dios y a su Iglesia, y sanar y curar las heridas en la humanidad actual.

El evangelio es alegría. ¡Anúncialo! Y la bendición de Dios, del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo les acompaña hoy y siempre.

lunes, 20 de abril de 2020

DIOS UNO Y TRINO en el amor, un estilo de vida

Nuestro anuncio debe ser acompañado por un estilo de vida, formemos iglesia en casa




Hoy 22 de abril 2020, miércoles de la 2da. Semana de PASCUA 
Proclamamos el Evangelio según San Juan 3, 16 - 21. 



Reflexión 

Tanto amó Dios al mundo que dio su Hijo único. Este mansaje que nos trae el Hijo único desde el cielo no puede quedar en nuestros corazones debe ser proclamado a todo el mundo. El que lo cree y cambia su vida se salvará. Respetamos, por la libertad que Dios ha dado a cada persona, si éste mansaje de gozo es ridiculizado y hasta rechazado y hasta prohibido pero no podemos callarnos. Nuestro anuncio debe ser acompañado por un estilo de vida que corresponde al mensaje nos decía el Papa Benedicto XV en su carta “máximum illud” del año 1919. 

Nosotros amamos lo que queremos y deseamos, lo que necesitamos y lo que nos hace bien. Dios, en cambio, no necesita nada y a nadie porque está feliz en sí mismo: el Padre con el Hijo en el Espíritu Santo. Y por lo que es el amor por esencia no queda encerrado en sí mismo sino se abre y comparta su felicidad. El amor busca el bien de la otra persona así es en Dios y así es cuando Dios sale de sí mismo para compartir su vida feliz con nosotros. Dios no recibe, Dios regala; regala no algo, se entrega a sí mismo en la persona del Hijo único. En la vida de la Santísima Trinidad el Padre se da a sí mismo totalmente al Hijo, se vacía en el Hijo, lo da todo lo que Él es: la luz, la vida, la verdad, la majestad, todo el poder. El Hijo recibe todo su ser del Padre desde la eternidad y en un acto de amor se le devuelve todo. Es todo un dar y recibir y devolver mirando el uno al otro en el amor que es la tercera persona, el Espíritu Santo.

Y para compartir su vida de Dios uno y trino, el Hijo de Dios según el plan del Padre se da como don a nosotros y se hace hombre en la Encarnación por obra y gracia del Espíritu Santo en la Virgen María. No se puede imaginarse un don mayor que este, un don que requiere una respuesta digna por parte de nosotros.

San Ignacio de Loyola, en la meditación conclusiva de los “Ejercicios Espirituales”, expresa esta respuesta con estas palabras: “Tomad, Señor, y recibid: toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad. Todo mi haber y mi poseer: Vos me lo disteis. A Vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que esta me basta.”

Es un intercambio santo. Los santos lo han vivido en grado heroico. El hombre se da totalmente a Dios, como Dios se entrega a él. Así que puede fluir toda la gracia, todo el gozo y la alegría a pesar de todo sufrimiento. Lo que Dios entrega no es nunca un don de muerte, sino de vida. Vivamos, por tanto, con Dios y en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo en el amor del Espíritu Santo.

Este tiempo de la cuarentena, formemos Iglesia  en casa. 

El evangelio es alegría. ¡Anúncialo! Y les bendigo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Mons. Adolfo Bittschi: El mensaje de Jesús es revelación de vida

nadie tiene amor más grande como él que da su vida por los amigos.



21 de abril 2020, martes de la segunda semana de PASCUA
Proclamamos el Evangelio según San Juan 3, 11 - 15. 


Reflexión 
Seguimos, queridos oyentes, en el capítulo 3 del evangelio de San Juan con el diálogo de Jesús con Nicodemo, alta autoridad judía y maestro de la Ley. La gran mayoría de los fariseos y de los saduceos no han podido, o mejor dicho no han querido entender el sentido profundo de la Sagrada Escritura. Han practicado un culto exterior a Dios sin involucrar su corazón. Se esforzaron de cumplir con la letra y por eso se hicieron orgullosos y soberbios juzgando y condenando a los demás sin misericordia. Abusaron de la piedad del pueblo para imponer su autoridad y hasta hacer de la religión un negocio. La letra muerta no les permitió de captar el Espíritu detrás de la Ley, el Espíritu del Dios de la vida que desea dar vida. Así Nicodemo no pudo entender lo que significa “nacer de nuevo”.

Hoy el Señor sigue enseñando con la formula solemne y con seguridad: “Amén, amén”, es decir “te lo aseguro”. Y habla ahora de su conocimiento que tiene como Hijo del Eterno: “de lo que sabemos hablamos” es decir su mensaje es revelación del Eterno Padre y sigue: “de lo que hemos visto damos testimonio, y ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si no creen cuando les hablo de la tierra, ¿cómo creerán cuando les hable del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del Hombre.”

Después de ésta introducción Jesús explica a Nicodemo el sentido de su sacrificio en la Cruz como fuente de vida, sanación y salvación para todo el mundo revelando la grandeza del amor del Padre y del Hijo. En el capítulo 15, 13 lo dirá claramente: “nadie tiene amor más grande como él que da su vida por los amigos.” Jesús le hace recuerdo a Nicodemo de un anuncio claro de la Cruz en el libro de Números 21 cuando “Moisés en el desierto levantó la serpiente, así ha de ser elevado el Hijo del Hombre, para quien crea en Él tenga vida eterna.” La serpiente simboliza conocimiento, sabiduría e inmortalidad pero también, por su mordedura, simboliza la muerte. Así en el paraíso es símbolo de satanás que promete conocimiento y vida pero trae la muerte. Y podemos acordarnos del libro de Génesis 3, 15 después del pecado de Adán y Eva, que se llama también el “Protoevangelio”, cuando Dios dicta la sentencia y dice a la serpiente: “pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya: ella te herirá la cabeza cuando tú hieras su talón”.  

Jesús aclara que debe cumplir con el anuncio y el simbolismo de la serpiente al ser levantado en la Cruz, signo de la muerte, para con su muerte vencer a la muerte y aplastar la cabeza de satanás. Quién lo mira como Mesías y Salvador con fe, como los Israelitas en el desierto, encontrará salud, salvación y la vida eterna: Vida de Dios para el hombre por la muerte del Hijo de Dios. Esto es en primer lugar obra del amor misericordioso de Dios pero también obra del hombre por la fe en la muerte salvífica del Hijo de Dios.


No solo a Nicodemo también a nosotros nos toca morir al hombre viejo aquí y ahora y aceptar la muerte como puerta para entrar al Reino de Dios de lo que Jesús hablo en el Evangelio.

El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo! Y la bendición de Dios, del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompaña en estos días de la cuarentena. 

NICODEMO, el maestro de la ley que rompió esquemas por buscar al Señor de los Milagros

El evangelio es alegría, ¡anúncialo!


Hoy 20 abril, lunes de la segunda semana de Pascua, proclamamos el evangelio Según San Juan.


Gloria a ti señor.



Reflexión

Hemos entrado en la segunda semana de pascua y la pregunta es ¿cómo participar de la resurrección de Jesús, aquí y ahora? La respuesta  nos trae estas semanas de la pascua de nuestro Señor Jesucristo. Hoy y los próximos tres días  proclamamos  el capítulo 3 de San Juan;  lo que Jesús habla con Nicodemo sobre el misterio del bautismo por medio del espíritu santo. Como un nuevo nacimiento a la vida de Dios y como una entrada al reino de Dios,  "el que no nazca de agua y de espíritu, no puede entrar en el reino de Dios". 

Nicodemo, es un personaje transversal,  en el evangelio de San Juan aparece al inicio, al medio y al final. Al inicio del evangelio en el capítulo 3 que hemos escuchado,  es presentado como autoridad judía miembros del Sanedrín  ósea del senado perteneciente al partido de los fariseos,  los que buscaban la estricta observancia de la ley de Dios. Nicodemo busca a  Jesús porque sabe de los signos que "el maestro", así lo titula a Jesús,  había  realizado  solo lo puede realizar uno que está con Dios. El evangelista, deja claro que  Nicodemo era un sincero buscador de la verdad, con una fe iniciante en Jesús. Como autoridad tenían miedo de comprometerse con el maestro a la vista de todos y por eso lo  visita de noche. El encuentro personal con Jesús,  aunque no comprende su enseñanza,  cambió su vidaEl evangelista  lo  nombra, luego al medio de su evangelio (7, 50), defendiendo a Jesús  abiertamente delante del Sanedrín. Al final del evangelio, en la sepultura de Jesús,  aparece como activo en el entierro (19, 39). 

Volvemos al diálogo nocturno entre Jesús  y el maestro de la ley, Nicodemo que tocan cuestiones profundas de la vida religiosa y de la teología. Concretamente se trata de dos preguntas fundamentales:


 ¿Qué debo hacer?
¿Cómo debe actuar para conseguir la salvación el reino de Dios? 

Nicodemo pregunta con verdadero interés, con sinceridad, con seriedad. Se había dado cuenta que por los milagros que Jesús realizó, tiene que ser de un maestro enviados por Dios, osea  Nicodemo no cree en los milagros como tanta gente, si no los interpretó tal como Jesús exigió: "si no me creen a mí, crean a los signos" y sacando la conclusión, busca al Señor de los milagros. 


A la Seriedad de la pregunta, viene la respuesta con seguridad y solemnidad: "amén, amén", quiere decir te aseguro que si uno no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios. quiere decir que la salvación  no es teoría,  no es conocimiento como manifiestan los agnósticos. No es cumplimiento por cumplir con los fariseo es es algo totalmente nuevo por eso dice el Señor: "nacer de nuevo es decir recibir una nueva vida como don"El nacimiento humano también es un don pero se precisa un nuevo nacimiento. Esta vez desde arriba como don de Dios y este don  se exhibe con el signo visible del agua y con el espíritu que es invisible y que viene de Dios, nos hace familia de Dios que es la fuerza que mueve a Dios Y al Espíritu Santo, el amor. 




La fiesta de pascua dura 50 días hasta  Pentecostés y es tiempo  de renovar nuestros ser  como Familia de Dios. Estos días de la pandemia, es una buena oportunidad  de vivir en la familia en casa,  como también con los vecinos. Así avanzamos en el camino hacia la santidad y la salvación. 

El evangelio es alegría, ¡anúncialo! Que la bendición de Dios,  Padre y del Hijo y del Espíritu Santo descienda sobre ustedes   y los proteja  contra el virus y toda  otra clase de enfermedades y les hagan vivir en paz.

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