28 de abril 2020, martes de la 3ra. Semana de PASCUA.
Proclamamos el Evangelio según san Juan 6, 30 -35.
Gloria a ti, Señor.
REFLEXIÓN
YO SOY EL PAN DE VIDA
YO SOY EL PAN DE VIDA
En v.20 de este capítulo 6 de san Juan Jesús había
dicho a sus discípulos asustados en la noche que lucharon contra viento y mar: ”Yo soy”. Ahora se revela como “Yo soy el pan de vida”.
La gente no se conformó con la multiplicación
de los panes y de su retorno sin bote a Cafarnaúm para creer en él. Le sigue
pidiendo otro signo y seguirá
pidiendo hasta cuando está crucificado y nunca terminará de pedir para creer. Pero
Dios no se deja forcejar a cumplir el deseo de la gente si no pide con fe, ni siquiera apelando a sus promesas lo que tiene
que hacer, ni como y cuándo lo tiene que hacer. No nos olvidemos que la fe es un don de Dios que recibimos
sin mérito nuestro. Esa gracia sin embargo se
puede pedir y luego hay que estar atento y abrir el corazón para recibir la
fe. El Buen Ladrón era capaz de
acoger el don de la fe y se salvó. (Lucas 23, 40-45).
Volvemos al texto: Dijo la gente a Jesús: “Nuestros
padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan
del cielo.” Jesús les corrige: El maná en el desierto no fue dado por Moisés
sino por Dios Padre. Se trata de un episodio en el Éxodo cuando los Israelitas
sufrieron hambre hasta en su desesperación dijeron: “Ojalá hubiéramos muerto en
Egipto”. Y Dios dijo a Moisés: “Yo les haré llover pan del cielo”. (Éxodo 16,
1-15). El maná era un signo, un anuncio y una
promesa cuyo cumplimiento, el don
verdadero del cielo, no será algo sino el
Hijo de Dios en persona. Él es el verdadero pan del cielo que da vida
al mundo. Al escuchar esto le dijeron: “Señor, danos siempre de este pan”.
Nos acordamos de lo que dijo la Samaritana a Jesús: “Señor, dame esa agua”. (Juan
4, 15).
Jesús anuncia el sacramento de la Santa
Eucaristía. San Juan Pablo II nos enseña en su Carta encíclica sobre la
Eucaristía: “En cuanto viviente resucitado, Cristo se hace en la Eucaristía
“pan de vida” (Juan 6,35), “pan vivo” (Juan 6,51). San Ambrosio lo recordaba a
los neófitos (que recibieron el Bautismo, la Confirmación y la Comunión), como
una aplicación del acontecimiento de la resurrección a su vida: “Si hoy Cristo
está en ti, él resucita para ti cada día”. San Cirilo de Alejandría, a su vez,
subrayaba que la participación en los santos Misterios (quiere decir los
Sacramentos) “es una verdadera confesión (de fe) y memoria de que el Señor ha
muerto y ha vuelto a la vida por nosotros y para beneficio nuestro”. (Ecclesia
de Eucaristía, nro. 14)
Reflexionemos: Hambre de pan, es decir de
cosas que fenecen o hambre de Dios ¿Qué predomina en mi vida? Si es hambre de
Dios ¿Cómo lo expreso?
¿Puedo dar mi testimonio que Dios sacia mi
hambre y mi sed?
El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo! Y la
Bendición de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo
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