jueves, 30 de abril de 2020

Misterio de fe por excelencia: La EUCARISTÍA, “pan de vida”


Yo soy el pan de vida. El que come de este pan vivirá para siempre. 

Homilía 30 de abril 2020, jueves de la 3ra. Semana de PASCUA 


Proclamamos el Evangelio según san Juan 6, 44 - 52. 
Gloria a ti, Señor.          

Yo soy el pan de vida. El que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo.
Jesús sigue profundizando su revelación sobre el “pan de vida”, el que sacia el hambre en cuanto uno cree en Él y ya no tendrá nunca sed. Esto es la voluntad del Padre que da este regalo desde el cielo en la persona de su Hijo único Jesucristo. Hoy Jesús avanza explicando que este pan es él mismo, Cristo, que ha bajado del cielo: “el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo”. A nosotros queda claro que Jesús se refiere a su cuerpo que recibimos sacramentalmente en la Eucaristía. El Santo Padre Benedicto XVI inicia la primera parte de su Exhortación Apostólica Postsinodal “SACRAMENTUM CHARITATIS” con el título EUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE CREER y la cita bíblica “Éste es el trabajo que Dios quiere: que crean en el que él ha enviado” (Juan 6, 29). Luego enseña: “Este es el Misterio de la fe”. Con esta expresión, pronunciada inmediamente después de las palabras de la consagración, el sacerdote proclama el misterio celebrado y manifiesta su admiración ante la conversión sustancial del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre del Señor Jesús, una realidad que supera toda comprensión humana. En efecto, la Eucaristía es “misterio de la fe” por excelencia: “es el compendio y la suma de nuestra fe”. (Catecismo de la Iglesia Católica, 1327)


 Por este “misterio de la fe” llegamos a unirnos a Cristo. Jesús, sin embargo, advierte: “nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré el último día”. Como Dios quiere que todos se salven (1 Tim 2, 4) debemos abrir nuestro corazón de par en par para percibir, aceptar y responder esa atracción del Padre celestial. El Padre celestial nos habló por Moisés, los Profetas y las Escrituras y ahora su última Palabra por su Hijo a quién envió desde el cielo. “Quién escucha al Padre y aprende vendrá a mí”. (v.45).


También la fe es y sigue siendo un misterio que es un acto exigido al ser humano y a la vez es un don gratuito de Dios. Nadie puede creer en Jesús como Hijo de Dios hecho hombre desde sus propias fuerzas. Dios le tiene que atraer y la persona que debe permitir que Dios le mueva. En otras palabras la persona debe dejar la autosufiencia y abandonarse a los brazos de Dios. Solo de esta manera llega a la fe en Jesucristo. Es como el niño que se lanza al aire y lo goza porque confía que cae en los brazos de su papá. En este sentido Jesús decía: “Háganse como niños”. (Mateo 18, 3).

Reflexionamos: ¿Cuánto tiempo pierdo en noticias? ¿Cuánto tiempo dedico a meditar la Palabra de Dios? ¿Estoy profundizando mi fe por la lectura del catecismo o de una encíclica del Papa?


El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo! Y la Bendición de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes.

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