lunes, 20 de abril de 2020

DIOS UNO Y TRINO en el amor, un estilo de vida

Nuestro anuncio debe ser acompañado por un estilo de vida, formemos iglesia en casa




Hoy 22 de abril 2020, miércoles de la 2da. Semana de PASCUA 
Proclamamos el Evangelio según San Juan 3, 16 - 21. 



Reflexión 

Tanto amó Dios al mundo que dio su Hijo único. Este mansaje que nos trae el Hijo único desde el cielo no puede quedar en nuestros corazones debe ser proclamado a todo el mundo. El que lo cree y cambia su vida se salvará. Respetamos, por la libertad que Dios ha dado a cada persona, si éste mansaje de gozo es ridiculizado y hasta rechazado y hasta prohibido pero no podemos callarnos. Nuestro anuncio debe ser acompañado por un estilo de vida que corresponde al mensaje nos decía el Papa Benedicto XV en su carta “máximum illud” del año 1919. 

Nosotros amamos lo que queremos y deseamos, lo que necesitamos y lo que nos hace bien. Dios, en cambio, no necesita nada y a nadie porque está feliz en sí mismo: el Padre con el Hijo en el Espíritu Santo. Y por lo que es el amor por esencia no queda encerrado en sí mismo sino se abre y comparta su felicidad. El amor busca el bien de la otra persona así es en Dios y así es cuando Dios sale de sí mismo para compartir su vida feliz con nosotros. Dios no recibe, Dios regala; regala no algo, se entrega a sí mismo en la persona del Hijo único. En la vida de la Santísima Trinidad el Padre se da a sí mismo totalmente al Hijo, se vacía en el Hijo, lo da todo lo que Él es: la luz, la vida, la verdad, la majestad, todo el poder. El Hijo recibe todo su ser del Padre desde la eternidad y en un acto de amor se le devuelve todo. Es todo un dar y recibir y devolver mirando el uno al otro en el amor que es la tercera persona, el Espíritu Santo.

Y para compartir su vida de Dios uno y trino, el Hijo de Dios según el plan del Padre se da como don a nosotros y se hace hombre en la Encarnación por obra y gracia del Espíritu Santo en la Virgen María. No se puede imaginarse un don mayor que este, un don que requiere una respuesta digna por parte de nosotros.

San Ignacio de Loyola, en la meditación conclusiva de los “Ejercicios Espirituales”, expresa esta respuesta con estas palabras: “Tomad, Señor, y recibid: toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad. Todo mi haber y mi poseer: Vos me lo disteis. A Vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que esta me basta.”

Es un intercambio santo. Los santos lo han vivido en grado heroico. El hombre se da totalmente a Dios, como Dios se entrega a él. Así que puede fluir toda la gracia, todo el gozo y la alegría a pesar de todo sufrimiento. Lo que Dios entrega no es nunca un don de muerte, sino de vida. Vivamos, por tanto, con Dios y en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo en el amor del Espíritu Santo.

Este tiempo de la cuarentena, formemos Iglesia  en casa. 

El evangelio es alegría. ¡Anúncialo! Y les bendigo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

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