jueves, 23 de abril de 2020

Al compartir el pan con nuestros hermanos, nos unimos al signo de la multiplicación de panes que hizo Jesús


Dio gracias y los repartió

Homilía 24 de abril 2020, viernes de la 2da. Semana de PASCUA 



Proclamamos el Evangelio según San Juan 6, 1 - 15.

Gloria a ti, Señor.  
     

Reflexión

Queridos oyentes, los días pasados de ésta semana hemos reflexionado sobre el Bautismo que nos hace entrar al reino de Dios en el capítulo 3 del evangelio según San Juan. Hoy iniciamos la meditación sobre el capítulo 6 que comienza con la multiplicación de los panes y que luego da lugar para el discurso revelador sobre la Eucaristía. (Este discurso escucharemos la próxima semana.) Nos queda claro que los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía son los sacramentos principales que nos unen con lazos familiares con Cristo vivo.

 Jesús es el pan de vida eterna. Sería el título de éste capítulo 6.Después de una breve introducción (vv1-4) el evangelista narra el signo de la multiplicación de los panes. “Jesús tomó los panes, dio gracias y los repartió”. Así nos da un ejemplo como deberíamos servir la comida. Sé que ustedes, queridos oyentes, son fieles cristianos pero permítanme una pregunta ¿Bendicen y agradecen ustedes a Dios en cada comida como lo hizo Jesús siempre? Qué lindo sería que en este tiempo de la cuarentena podríamos acostumbrarnos a repetir éste gesto tan importante, tan lindo y prodigioso de Jesús.

La multiplicación de los panes enseña que Jesús mira con amor a las personas, sabe lo que necesitan y les da. De los evangelios sinópticos, sabemos que lo primero que da Jesús es su enseñanza, su palabra sobre el sentido de la vida. Es que “el hombre no solo vive del pan sino de la Palabra que sale de la boca de Dios”. Y como la gente le está escuchando largo rato, sabe el Señor que necesitan de comer. Y Él, que en la tentación no quería usar su poder para su propio provecho, en aquél día para la gran multitud, sí realiza un milagro o como dice el evangelista un signo. El signo de la multiplicación de los panes sirve para el discurso revelador sobre la Eucaristía. Esta enseñanza ya lo preparó el evangelista en la introducción al ubicar el signo en el tiempo litúrgico “cerca la Pascua, la fiesta de los judíos”. Sabemos que la Pascua judía hace presente el Paso del ángel de la muerte por Egipto y, como justicia para la muerte de los niños varones judíos, toca los primogénitos egipcios y así por fin el faraón deja salir a los Israelitas que pasaron por el Mar Rojo a la libertad. Y en el desierto recibieron por Moisés como comida el maná. Acordándose de éstos acontecimientos del Éxodo la gente interpreta la multiplicación como signo de fuerza y poder del mesías anunciado y decían: “Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo” y querían proclamar Rey. Se ve que están con la idea “terrena” de la que Jesús enseñó a Nicodemo. Y para salir del error de la gente Jesús “se retiró otra vez a la montaña, Él solo”.

Ahora nos toca a nosotros de realizar una especie de multiplicación de panes al compartir el pan con nuestros hermanos que viven del trabajo diario y que ya no hay   negocios, que quedan cerrados, nuestros hermanos sacerdotes que ya no pueden celebrar las eucaristías con sus fieles, ni hablar de los enfermos. Pidamos el amor de Dios, el Espíritu Santo que nos llene el corazón.

El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo! 
Y la bendición de Dios, del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo les acompañe hoy y siempre.

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