lunes, 20 de abril de 2020

Mons. Adolfo Bittschi: El mensaje de Jesús es revelación de vida

nadie tiene amor más grande como él que da su vida por los amigos.



21 de abril 2020, martes de la segunda semana de PASCUA
Proclamamos el Evangelio según San Juan 3, 11 - 15. 


Reflexión 
Seguimos, queridos oyentes, en el capítulo 3 del evangelio de San Juan con el diálogo de Jesús con Nicodemo, alta autoridad judía y maestro de la Ley. La gran mayoría de los fariseos y de los saduceos no han podido, o mejor dicho no han querido entender el sentido profundo de la Sagrada Escritura. Han practicado un culto exterior a Dios sin involucrar su corazón. Se esforzaron de cumplir con la letra y por eso se hicieron orgullosos y soberbios juzgando y condenando a los demás sin misericordia. Abusaron de la piedad del pueblo para imponer su autoridad y hasta hacer de la religión un negocio. La letra muerta no les permitió de captar el Espíritu detrás de la Ley, el Espíritu del Dios de la vida que desea dar vida. Así Nicodemo no pudo entender lo que significa “nacer de nuevo”.

Hoy el Señor sigue enseñando con la formula solemne y con seguridad: “Amén, amén”, es decir “te lo aseguro”. Y habla ahora de su conocimiento que tiene como Hijo del Eterno: “de lo que sabemos hablamos” es decir su mensaje es revelación del Eterno Padre y sigue: “de lo que hemos visto damos testimonio, y ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si no creen cuando les hablo de la tierra, ¿cómo creerán cuando les hable del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del Hombre.”

Después de ésta introducción Jesús explica a Nicodemo el sentido de su sacrificio en la Cruz como fuente de vida, sanación y salvación para todo el mundo revelando la grandeza del amor del Padre y del Hijo. En el capítulo 15, 13 lo dirá claramente: “nadie tiene amor más grande como él que da su vida por los amigos.” Jesús le hace recuerdo a Nicodemo de un anuncio claro de la Cruz en el libro de Números 21 cuando “Moisés en el desierto levantó la serpiente, así ha de ser elevado el Hijo del Hombre, para quien crea en Él tenga vida eterna.” La serpiente simboliza conocimiento, sabiduría e inmortalidad pero también, por su mordedura, simboliza la muerte. Así en el paraíso es símbolo de satanás que promete conocimiento y vida pero trae la muerte. Y podemos acordarnos del libro de Génesis 3, 15 después del pecado de Adán y Eva, que se llama también el “Protoevangelio”, cuando Dios dicta la sentencia y dice a la serpiente: “pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya: ella te herirá la cabeza cuando tú hieras su talón”.  

Jesús aclara que debe cumplir con el anuncio y el simbolismo de la serpiente al ser levantado en la Cruz, signo de la muerte, para con su muerte vencer a la muerte y aplastar la cabeza de satanás. Quién lo mira como Mesías y Salvador con fe, como los Israelitas en el desierto, encontrará salud, salvación y la vida eterna: Vida de Dios para el hombre por la muerte del Hijo de Dios. Esto es en primer lugar obra del amor misericordioso de Dios pero también obra del hombre por la fe en la muerte salvífica del Hijo de Dios.


No solo a Nicodemo también a nosotros nos toca morir al hombre viejo aquí y ahora y aceptar la muerte como puerta para entrar al Reino de Dios de lo que Jesús hablo en el Evangelio.

El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo! Y la bendición de Dios, del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompaña en estos días de la cuarentena. 

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