El aliento de vida como don de Dios
23 de abril 2020, jueves de la 2da. Semana de PASCUA
Proclamamos el Evangelio según San Juan 3, 31 - 36.
23 de abril 2020, jueves de la 2da. Semana de PASCUA
Proclamamos el Evangelio según San Juan 3, 31 - 36.
Gloria a ti,
Señor.
REFLEXIÓN:
Queridos oyentes, hoy terminamos con la proclamación y la reflexión del capítulo 3 del evangelio según San Juan. En resumen podemos decir: El que es de la tierra se opone a Cristo, que procede del cielo y da testimonio de cuanto ha visto de su Padre. Pero: El que cree en el Hijo posee la vida eterna.
Todos somos
de la tierra, del suelo según el relato más antiguo de la Creación en Génesis
2. Esta es una expresión simbólica pero
elocuente que, por lo general hace que recordemos la idea de la muerte como
nos hace recuerdo la Iglesia sobre todo el día Miércoles de Ceniza: “Acuérdate de que eres polvo y al polvo
volverás”. Pero el texto del evangelio de hoy nos lleva a otro pensamiento: el hombre piensa y habla de un modo
“terreno” se refiere al materialismo.
Cuántos piensan que el hombre desciende de los simios. Eso puede ser en cuanto
al cuerpo humano. Pero luego Dios le sopló el aliento de vida como don de Dios
del cielo. Me pregunto, si no hay alma
espiritual ¿de donde vienen entonces las obras de arte, de música? Otros dicen
que el hombre sería el resultado del azar. ¿De dónde viene entonces la
capacidad de conocer la verdad? Usar y desarrollar la razón es algo sabio y
maravilloso, pero creer que sólo existe lo que comprendemos con la razón, lo
que podemos medir y pesar, eso es de estúpidos. Lastimosamente son hombres
súper inteligentes en ciencias naturales que quedan en el materialismo
estúpido. Así se pierde la ética. Más vale el dinero y el rendimiento que la
persona humana. Es esta inteligencia humana que nos ha llevado a la actual
situación del colapso por el corona-virus. Debemos pensar y decir que es una
oportunidad de cambio hacia un mundo fraterno. No nos olvidemos: cada día
mueren más inocentes por el aborto que por el covid-19. En vez de miedo nos
tiene guiar nuestra fe.
El que nos puede y quiere ayudar es Jesucristo
que viene de lo alto y está encima de todos y de lo que ha visto y oído de su
Padre en el cielo, da testimonio, y nadie acepta su testimonio. Es que se debe
repensar la vida al estilo de Jesús, hijo de Dios, que no ha venido para ser
servido o servirse de los otros sino para servir, para ser útil. ¿Qué se enseña
a los niños y se espera de los jóvenes? Que estudien bien para ganar mucha
plata. Felizmente hay jóvenes de buen corazón quienes quieren ser útiles a su
país y a la humanidad. ¿Serán mayoría? Sería muy lindo. Pocos son los que actualmente
quieren responder a la gracia y el llamado de Dios a la vida sacerdotal,
religiosa o misionera. Jesús sigue llamando y los santos animan para servir a
Dios y a su Iglesia, y sanar y curar las heridas en la humanidad actual.
El evangelio es alegría. ¡Anúncialo! Y la
bendición de Dios, del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo les acompaña hoy
y siempre.
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