sábado, 18 de julio de 2020

AQUÍ ESTA MI SIERVO, EN SU NOMBRE LAS NACIONES PONDRÁN SU ESPERANZA


18 de julio 2020, sábado de la 15ta semana durante el año 
Proclamamos el Evangelio según san Mateo 12, 14 - 21. 
Gloria a ti, Señor. 
          

         REFLEXIÓN 

Los fariseos han sido una vez más testigos oculares de que Jesús está obrando en favor de la vida humana tal como estaba anunciado por los profetas para los tiempos mesiánicos sanando a un hombre con una mano seca. Es decir este pobre está condenado a mendigar para mantenerse a sí mismo y a su familia. Jesús defiende su obra de caridad con el ejemplo de una oveja que se cae en un hoyo en día sábado. Cualquiera echará una mano para sacarla sin ofender la ley del sábado mucho menos cuando se trata de sanar a una persona humana con una palabra y sin ningún trabajo manual. Sin embargo los fariseos están tan duros y tan obstinados en su corazón que no aguantan la misericordia de Jesús. Probablemente juzgando en su corazón que este hombre debe ser un pecador y por eso que se aguante no más. Por eso los fariseos se reunieron en consejo para acordar la manera de acabar con Jesús.

Jesús dándose cuenta, no quiere agravar el conflicto: no ha llegado su hora y por eso se alejó de allí. Muchos siguieron a Jesús y los curó a todos. Cuando los jefes de Israel deciden dar muerte a Jesús (v.14) están negando de forma radical su autoridad. Precisamente en este momento es cuando San Mateo invita a mirar su fundamento: la autoridad de Jesús proviene de su condición de Mesías, ungido por Dios con la misión de salvar. La cita bíblica de Isaías (42, 1-4), que alude al Siervo del Señor, recalca que el Mesías está cumpliendo lo prometido por Dios en la Sagrada Escritura. “Mira a mi siervo, a quien elegí, mi amado, en quien me he complacido; sobre él pondré mi Espíritu y anunciará el juicio favorable  a las naciones… En su nombre las naciones pondrán su esperanza”.

Por tanto, la autoridad de Jesús responde al mismo querer de Dios. Así se demuestra a los lectores que todo va sucediendo conforme el plan de Dios.

Queridos oyentes, en este mes recordamos la fundación de la Iglesia Diocesana de Sucre, la primera de Bolivia, y oremos: “Te alabamos Señor, por la Arquidiócesis de Sucre. Y te pedimos por los niños y jóvenes que Tú estás llamando a la vida sacerdotal, religiosa contemplativa y activa misionera que los llenes con el amor del Espíritu Santo para que puedan dar una respuesta generosa”.  

La Iglesia es misionera desde su origen y su existencia. Si deja ser misionera, deja de ser Iglesia.

Con el Papa rezamos este mes de julio por nuestras familias: “¡Oh preciosísima sangre de Cristo, sangre de nuestra salvación! ¡Sálvanos a nosotros, salva a nuestras familias, y al mundo entero!”

El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo!   Y la Bendición de Dios  + Padre + Hijo y + Espíritu Santo descienda sobre ustedes, sus familias y les acompaña hoy y siempre.

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