Homilía 2 de mayo 2020, sábado de la 3ra. Semana de PASCUA
FOTO:Septiembre 2019
Proclamamos el Evangelio según san Juan 6, 60 - 71.
Gloria a ti, Señor.
REFLEXIÓN
¿A quién vamos a ir?
Tú tienes palabras de vida eterna.
Hoy terminamos de reflexionar sobre el capítulo 6 de San Juan con la reacción de los judíos y de los discípulos y apóstoles acerca de la enseñanza de Jesús sobre el “pan de vida”, es decir sobre la Eucaristía. El evangelista distingue dos grupos. Muchos discípulos comentaban: “Este discurso es bien duro”. Otros quedaban escandalizados. Es que ellos tomaron las palabras en sentido material y natural y por eso murmuraban.
Jesús no aflojó. Conociéndolos por dentro, Él sabía que no le creen y sin embargo les habla desde su perspectiva celestial y anuncia su Ascensión al cielo y su Glorificación. Esto bajo dos aspectos:
1. Él es el que vino del cielo y volverá allá. Esto explica que no rompe las leyes naturales sino está encima de las leyes naturales; eso explica la multiplicación de los panes, las curaciones y su caminar sobre las aguas.
2. Su Ascensión al cielo indica que su cuerpo no solo tiene la existencia terrena actual sino tendrá un Cuerpo transformado y glorificado, al cual nos dará en comida y bebida bajo los especies de pan y vino. Quién se queda en lo material y terreno forzosamente se escandaliza.
Jesús que vivirá en el Espíritu Santo les aclara: “El Espíritu es el que da vida, la carne no vale nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida.” Y para participar de su vida espiritual es necesario de alimentarse con su Cuerpo transformado. Sin embargo: “Desde entonces muchos de sus discípulos lo abandonaron y ya no andaban con Él.” (v. 66)
El segundo grupo que presenta el evangelista son los Doce, los apóstoles. Jesús les exige tomar una decisión: “¿También ustedes quieren abandonarme?” La respuesta, en nombre del grupo, lo da Simón Pedro: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros hemos creído y reconocemos que tú eres el Consagrado de Dios.” Tampoco los Doce han entendido las palabras de Jesús, pero se dieron cuenta y creen que viene de Dios y que participa de su Santidad y que es muy distinto de cualquier persona humana. Su compartir la vida con Jesús y presenciar sus signos y milagros les hacen creer y tomar la decisión en favor de Él y de sus palabras aunque no las entienden. Jesús ha llegado ser el sentido de su vida. Le han seguido y quieren seguir adelante con Él como respuesta de su fe.
Sin embargo dentro de los Doce hay uno, Judas Iscariote, lo seguirá por fuera a Jesús y por dentro a satanás hasta traicionar al Señor y luego impulsado por el demonio se ahorcará.
Dios nos ofrece su perdón y su misma vida en la persona de su Hijo Jesucristo y la respuesta de muchos fue y es hasta hoy la protesta y el rechazo. Ante la persona de Jesús y el gran sacramento de la Eucaristía se dividen los espíritus. A los que creemos al Señor este don tan grande de la Eucaristía nos tiene que hacer cantar al Señor el Aleluya con la voz y con la vida.
El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo! Y la bendición del Dios uno y trino, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo descienda sobre ustedes.
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