miércoles, 25 de marzo de 2020

OBEDIENCIA del Hijo de Dios y de su madre, la Virgen María, Mons. Adolfo Bittschi


25 de marzo de 2020, Solemnidad de la ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR. 



Proclamamos el Evangelio según San Lucas  1, 26 – 38. Gloria a ti, Señor.   Palabra del Señor.

Queridos oyentes, hoy celebramos un acontecimiento trascendental, que cambió el rumbo de toda la humanidad; después de la Creación el segundo más importante de toda la historia: la ENCARNACIÓN del HIJO de DIOS. 

Hoy estamos exactamente nueve meses antes de la fiesta de la NAVIDAD. Hoy se une el Cielo con la tierra. La Palabra se hizo carne. (Jn 1,14)



Nos acordamos que por la desobediencia de Adán y Eva hemos perdido el paraíso y vivimos en el “Valle de lágrimas” como lo sentimos muy de cerca en estas semanas de incertidumbre. Hoy por la obediencia del Hijo de Dios y de su madre, la Virgen María, recuperamos el Cielo. Esta Buena Nueva nos puede dar consuelo y seguridad, aunque pase lo peor, nuestro futuro está asegurado en DIOS, gracias a la colaboración de la Virgen María por su total que Dios precisa para restaurar toda la Creación.

Al inicio de su Evangelio San Lucas establece la coordenada histórica en (V.5) “en tiempo de Herodes” y al inicio del pasaje del anuncio la coordenada geográfica Nazaret en Galilea, un lugar nada significativo en la periferia de Judea. Es que Dios tiene un amor especial para lo pequeño a los ojos de este mundo. “El levanta del polvo a los humildes”.

Lo mismo canta la mujer joven, humilde y pobre que cada día reza y desea de todo corazón junto con su pueblo la llegada del Mesías prometido desde siglos. Sin embargo ni en sueños había pensado que ella, María, sería la madre del Salvador y que éste sería Dios. Claro está, por supuesto, no Dios Padre, sino el Hijo de Dios, Luz de Luz, la Palabra por la que todo fue creado.

Acabamos de escuchar del Santo Evangelio de Lucas el diálogo maravilloso entre María y el arcángel Gabriel, quién hace 2020 años fue enviado por Dios Padre con un mensaje gozoso que inicia con tres palabras de enorme peso: “Dios te salve”, que quiere decir: “Dios te saluda” o traducido del original “¡Alégrate!”, tú eres “llena de Gracia” por qué “DIOS en persona está contigo”. Al oír este saludo tan cargado de grandeza ella quedó desconcertada. El Ángel le dijo: “No temas… darás a luz un hijo, a quién llamarás Jesús.”  María tenía el valor, el coraje de pedir una explicación “Cómo será eso si no convivo con un hombre”. El Ángel aclaró: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti.” Y luego un silencio absoluto en el cielo - esperando la respuesta que definirá la suerte de toda la humanidad. “Yo soy la esclava del Señor: que se cumpla en mi tu palabra.” La Salvación puede tomar su camino: La Encarnación de Dios. El Hijo de Dios se hace hombre.

La Iglesia nos invita recordar este momento al rezar cada mañana, al mediodía y en la tarde  “El ÁNGELUS”. Para recordar esta Buena Nueva.

El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo!

Les bendigo en el nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

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