Viernes de la tercera semana de Cuaresma
Nuevamente se acerca a Jesús un maestro de la LEY para
hacerle una pregunta. Ésta vez parece sin examinar sobre lo correcto de su
enseñanza o por ponerle trampa, sino por un verdadero interés. Como
los expertos se discutían cuál de los 248 mandamientos sería
el más importante, no era tan fácil la tarea.
Los sacerdotes insistían en los sacrificios. Muchos
fariseos ponían la importancia en lo ritual y el culto, especialmente
en guardar el sábado, que daba identidad al judaísmo después del
Exilio en Babilonia cuándo ya no había el Templo.
Otros tomando en cuenta las enseñanzas de los profetas, decían que
el resumen de los mandamientos es el amor al prójimo, citando
la regla de oro en forma negativa del libro de Tobías 4,15:
“no hagas a nadie lo que no te gustaría que te hicieran a ti”. Así que la
pregunta del letrado era interesante.
Veamos la respuesta de Nuestro Señor Jesucristo. Primero cita una
oración, la oración principal de los judíos, el “Shemá Israel”, “Escucha Israel, el Señor nuestro Dios es el único
Señor, y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con
toda tu mente, con todo tu ser.” (Deuteronomio 6, 4ss.) Esta oración reza cada
judío piadoso varias veces al día. Por eso y por su contenido lo podemos
comparar con el Padre Nuestro. Aquí entonces la primera parte de la respuesta.
Luego el Señor une a este primer mandamiento,
dirigido a Dios, la segunda parte con igual importancia, tomando también de la
Torá del libro Levítico 19,18: “Amarás a
tu prójimo como a ti mismo” Esta unión de las dos normas de la Torá, el
amor a Dios y el amor al prójimo, es un acto creativo y creador de Nuestro
Señor Jesucristo.
Unos cien años después repetía el Rabí Akiba, el más grande de los
rabinos, consciente o inconscientemente, la enseñanza de Jesús. Cuenta así: una
vez se le acercó un romano piadoso al Rabí Akiba diciendo que le gusta la fe
judía, pero los muchísimos mandamientos y prohibiciones me obstaculizan de
abrazar esa tu fe. Pero si tú eres capaz de decirme en pocas palabras que es lo
esencial de tu fe, entonces sí me hago judío. Nada más fácil contestó rabí
Akiba. Te lo digo parado en un solo pie: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón y con toda tu alma, con toda tu mente y toda tu fuerza, y a tu prójimo
como a ti mismo”.
Tan sencillo es nuestra fe y tan fácil sí nos dejamos ayudar con
el Espíritu Santo, el Amor de Dios en persona. Les invito practicarlo en estos
días difíciles de preocupación por el Corona virus, rezando una Corona del
Santo Rosario por los afectados.
El Evangelio es alegría. Anúncialo.
Mons.
Adolfo Bittschi M.
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