domingo, 22 de marzo de 2020

Mons. Adolfo Bittschi. "Hijos de la Luz" mensaje para el 4to Domingo de Cuaresma


Hoy 22 de marzo 2020 - 4to Domingo de Cuaresma - proclamamos el Evangelio según San Juan. - Gloria a ti Señor. (Lectura del capítulo 9, 1-41. Palabra del Señor. Gloria a ti)
Este 4to Domingo de la Cuaresma lleva el nombre de LAETARE (del latín) según la antífona de la entrada que canta: Festejen a Jerusalén, gocen con ella… alégrense de su alegría, los que por ella llevaron luto. (Isaías 66,10s).




 Reflexión

La primera lectura describe la unción de David como Rey de Israel, un hecho importante dentro de la historia de la salvación, porque Jesús el Mesías tenía que ser hijo de David y es a la vez Hijo de Dios, como lo vemos en el Evangelio, dando la vista a un Ciego de nacimiento. Lo que a nosotros se refiere, Jesús nos llena de su Luz cuando nos invita, por medio del Apóstol San Pablo, a vivir como hijos de la luz, buscando lo que agrada a Dios.

1.      El relato del Evangelio nos hace participar de la alegría inmensa que vivía este Ciego de nacimiento a quién el Señor le abrió sus ojos. Imagínese nunca haber visto la luz, los colores, las personas y ahora, gracias a Dios, puede ver. Lastimosamente se juntó a su gozo pronto el dolor de ser excluido de la comunidad por los jefes de su pueblo y de la sinagoga, la comunidad religiosa. Al ser sanado por Jesús se vuelve para su pueblo un excluido igual que un leproso. Los líderes lo echaron de la comunidad por haber podido recibir el don de la vista no solo con los ojos del cuerpo sino la vista profunda de la FE en Jesucristo.

Los adversarios de Jesús dicen: “Este hombre no viene de Dios, porque no guarda e sábado” y otros: ‘’Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador. ¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?” El hombre sanado les contesta: “Eso es lo raro: que ustedes no saben de dónde viene, y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que hace su voluntad.” O sea este hombre veía no solamente con sus ojos corporales más bien Jesús le dio una mirada espiritual profunda superior a la de los maestros de la Ley y los fariseos. Claro que no veía toda la verdad sobre Jesús. Pero como estaba dispuesto a ver, el Señor se lo revela como Hijo del Hombre. Los judíos como conocedores de la Sagrada Escritura sabían perfectamente a que se refería: a una visión del profeta Daniel Cap. 7, 13-14: “…en una visión nocturna vi venir en las nubes del cielo una figura humana… le dieron poder y dominio: todos los pueblos… lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.” Jesús es puesto por Dios como Juez del mundo en el juicio final. (Hasta el Corán reconoce esta verdad.) El hombre que se sanó de la ceguera lo recibió a Jesús como tal con fe. “Creo Señor.” Y se postró ante Jesús. La fe nos hace ver lo que sin fe es imposible de conocer. “Lo esencial es invisible para los ojos” dice “El Principito” en la novela de Antoine de Saint-Exupéry, que muchos de ustedes han leído.


2.   El relato de la sanación del Ciego de nacimiento nos muestra su fe creciente. También nuestra fe debe seguir creciendo. Por eso habla también de nuestra historia; la historia de nuestra fe.
Veamos ahora la celebración de sanación en sus detalles y su significado profundo: Jesús con su saliva y con el barro de la tierra le aplica un cataplasma a sus ojos y lo manda a lavarse en la piscina de “Siloé”.

Los padres de la Iglesia nos ayudan a descifrar los símbolos de esta ceremonia. El lavarse en el Siloé indica el bautismo. El evangelista nos traduce el nombre de la piscina Siloé como “Enviado”. Pues el Enviado de Dios está presente, porque el auténtico Enviado de Dios es Jesús. El Ciego debe sumergirse en este Enviado de Dios. Acerca de la tierra mojada con saliva nos recuerdan los padres de la Iglesia que según el segundo relato de la Creación en Génesis 2, Dios creó el cuerpo del hombre del barro de la tierra mostrando su poder de Creador. Al sanar Jesús al Ciego de nacimiento, muestra Él el mismo poder Creador. Creación y ahora en Cristo la Nueva Creación o restauración de la Creación es obra que solamente Dios lo puede realizar.

3.      El relato de la sanación del Ciego de nacimiento es también nuestra historia de fe que se inició, pero sigue y no se termina. Se inició en nuestro Bautismo, pero debe seguir con una vida desde la fe. En la segunda lectura de este domingo nos dice San Pablo: “En otro tiempo ustedes eran tiniebla, ahora son luz en el Señor. Caminen como hijos de la luz.” Ser cristiano quiere decir ser luz. Como Bautizados somos enviados a llevar la luz de Cristo al mundo que parece cada vez más envuelto en la oscuridad del mal, de la violencia, de la injusticia, de la mentira y del fraude y último de las enfermedades y epidemias y tantos otros males.

    Ser personas de fe en Cristo significa según las palabras del Apóstol “buscar lo que agrada al Señor, sin tomar parte de las obras estériles de las tinieblas, sino poniéndolas en evidencia.” Y si el Espíritu Santo nos descubre a nosotros tales obras, palabras o pensamientos negativos que nos dé la fuerza necesaria para reconocerlos, arrepentirnos, rechazarlos y confesarlos en una sincera confesión, para que, la luz de Cristo habite en nuestros corazones y lo podemos compartir con los demás con palabras de aliento y actos de misericordia.

Ser luz significa según este domingo saber alegrarse sobre todo por ser perdonado al perdonar hasta a nuestros enemigos y no ser juzgados por no juzgar a otros, dejando el juicio al Hijo del Hombre tal como Dios lo dispuso.

Alégrense en el Señor en este domingo junto a su familia.

El Evangelio es alegría. Anúncialo.

Y les bendigo en Nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.



Mos. Adolfo Bittschi


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