sábado, 28 de marzo de 2020

Mons. Adolfo Bittschi: Buscar primero el Agua Viva


Sábado de la 4ta semana de Cuaresma seguimos proclamando del Evangelio según San Juan 7, 40-53. Gloria a ti, Señor.
        
Queridos oyentes, seguimos con el capítulo 7 del Evangelio según san Juan. Jesús participa de una fiesta litúrgica en Jerusalén, la de las Chozas o Tiendas. Una fiesta muy alegre y popular al final de la vendimia. Se recuerda el camino de Israel por el desierto del Sinaí. (Lev 23,43). En el desierto el pueblo sufrió la necesitad de agua, mientras en Jerusalén tienen bastante agua y para agradecer a Dios realicen ceremonias con el agua. El sumo sacerdote trae en una vasija dorado agua de la fuente de Siloé y lo derrama sobre el altar de los holocaustos. Mientras el pueblo con gran júbilo canta los Salmos  113 -118, el “Hallel”, las Alabanzas a Dios.
Todos hemos sentido SED y sabemos: el AGUA es VIDA. Sin agua se seca la tierra, no hay cosecha, los animales mueren y luego las personas. Por eso el agua es símbolo del Espíritu Santo a quién Jesús ofrece a todos. “El último día de la fiesta… Jesús de pié y gritó: El que tenga sed que venga a mí y beba, el que cree en mí – como dice la Escritura -, de su costado brotarán ríos de agua viva.”
Israel recuerda que en el desierto Moisés tenía que golpear la roca y “brotó agua tan abundante que bebió toda la gente y las bestias.”(Números 20,11).  Un acontecimiento que se menciona varias veces en la Sagrada Escritura (Salmo 78, 20; Isaías 48,21). Los Padres de la Iglesia lo explican como un aviso profético. La peña representa el pecho de Jesús crucificado. “Uno de los soldados le traspasó el costado con su lanza,  y al instante salió sangre y agua.” Ambos son símbolo de los sacramentos en los que Jesús nos abraza con su amor y nos llena de su Espíritu Santo.
La sed de agua de la persona es expresión de su sed de sentido de la vida. San Juan lo mostró en el capítulo 4 de su Evangelio con la mujer Samaritana. Para satisfacer la sed de vida ha venido el Salvador. Para eso tenía que morir en la Cruz.
Ante estas nuevas afirmaciones de Jesús, que Él da sentido a la vida, las discusiones con los fariseos se hacen cada vez más ardientes. El pueblo sencillo por parte lo acepta y cree en él, otros se irritan por su procedencia de Galilea. Los sumos sacerdotes con los fariseos lo odian y mandan a prenderlo. Los guardias vuelven sin él diciendo: “Jamás  ha hablado nadie así.” Y las autoridades se encienden en su odio. Nicodemo, personaje que lo visitó de noche (Juan 31-21), pide calma y es tratado con ironía. El seguidor de Jesús, hoy como entonces, participa del don del Espíritu Santo pero también de incomprensión hasta hostilidad.
Ojalá que estos días de la cuarentena en que paran las actividades nos sirven de preguntarnos sobre el sentido de nuestra vida: ¿Cosas, título, amistades, hijos, pareja y si sobra tiempito Dios a quién, como buenos católicos, no negamos, pero Usted sabe Padre… les invito a poner orden y buscar primero el Agua Viva, lo demás se arregla mejor.
El Evangelio es alegría. ¡Anúncialo!
 Dios les bendiga: PADRE, HIJO, ESPÍRITU SANTO.

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