lunes, 1 de abril de 2019

Sirvan con alegría, amor y perseverancia en espíritu de oración

"Han sido llamados al orden de los diáconos"
Con estas palabras, Monseñor Jesús Juárez dio la bienvenida a los tres nuevos diáconos,José Ignacio Cabezas Odesta ( Iz.), Iván Juan Zegarra Condori (centro), Yhosmar Casillas Seña (Der.)  

El Diaconado es el tercer grado del Sacramento del Orden Sacerdotal que inicia con la imposición de las manos y la oración de consagración del obispo.
"Queridos seminaristas se configurarán con Cristo a quien deben imitar
en su forma de pensar, actuar y vivir ya que se consagran de un modo nuevo.
También hemos encontrado las cualidades enumeradas en los hechos de los
Apóstoles: gozan de buena fama, están llenos de sabiduría y del Espíritu del
señor recibido en el bautismo y a la confirmación".

Mediante la ordenación Diaconal los nuevos diáconos acceden a:
La incorporación al estado clerical, dejan de ser laicos para entrar al estado de clérigos.
La incardinación a la Iglesia local de Sucre, “desde ahora su hogar será la arquidiócesis"
Además tendrán como tarea ayudar al Obispo y al presbiterio en:         
La proclamación de  la Palabra.
El servicio del Altar
Trabajar en el ministerio de la caridad.
Mostrándose servidores e imitando a Jesús “que
no vino para que le sirvieran, sino para servir y dar su vida como rescate de muchedumbre”.
Por otra parte tienen otras tareas que tienen que ver con:

Enseñar todo lo referente a la fe católica, para que la iglesia profundice la fe.

·        Presidir las oraciones de la iglesia.    
Administrar el bautismo.        
Asistir y bendecir el sacramento del matrimonio.
Llevarán el viático a los moribundos.
Presidir los ritos exequiales.
"Al ejercer el ministerio de la caridad no hagan diferencia entre las personas; sin embargo reconozcan preferencialmente en el pobre, en el necesitado, en el olvidado, en el desposeído, en el descartado, en el que sufre a aquel que vino a servir y no ser servido, Jesucristo".
"Sirvan con alegría, amor y perseverancia en espíritu de oración. Recuerden que no pueden servir a dos señores. El afán desmesurado por el dinero, el ansia de poder o la búsqueda malsana del placer es servidumbre a los nuevos ídolos. No olviden al advertencia que el Apóstol Pablo dirige a su querido discípulo Timoteo: está comprobado que la raíz de
todos los males es el amor al dinero” (1Tim 6,10), "donde esta tu tesoro ahí esta tu corazón".
"La observancia del celibato sea símbolo y estímulo de su caridad pastoral, fuente peculiar de la fecundidad apostólica y camino para alcanzar la santidad. De esta manera resultará más fácil su entrega sin dividir el corazón para servir y amar a Dios y a los hermanos".
Al finalizar Monseñor Juárez agradeció a los nuevos diácono. formadores y a los familiares.
 "Damos gracias a Dios por este inmenso regalo a nuestra Iglesia y al presbiterio diocesano. Desde ahora la familia presbiteral crece y son acogidos por sus hermanos mayores". Agradezco a los familiares por su desprendimiento y generosidad al ofrecer estos hijos a Dios y al servicio de la Iglesia, Pueblo de Dios. Mi acción de gracias a los formadores por su paciencia y sabiduría en el proceso formativo y acompañamiento vocacional y a otras personas que colaboraron en estas tareas".
"Y a ustedes José Ignacio, Ivan y Yhosmar mi gratitud por su decisión, perseverancia, fidelidad en el seguimiento de la llamada del Señor, fruto de la oración y el sacrificio de muchos creyentes que valoran el don del ministerio sacerdotal en la comunidad. El Señor que ha comenzado en ustedes esta buena obra la lleve a buen término".

Juárez pidió a los diáconos mantener en sus mentes estas afirmaciones bíblicas:         
En el ejercicio del ministerio “procuren agradar no a los hombres, sino a Dios que penetra los corazones” (1Tes 2,4).        
Repitan con frecuencia: “Señor tu eres mi compañero, mi amigo, con el que me une una dulce amistad” (Sal 55,13).


La tradición cristiana invoca a María como servidora y anunciadora del Evangelio a imitación de su hijo Jesucristo haga de cada uno de ustedes y todos los aquí presentes auténticos, generosos y valientes testigos del Evangelio de la Alegría.
Felicidades hermanos. Les acompañamos con nuestra devota y perseverante oración.











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